Ignacio Ellacuría, teólogo y mártir
Víctor Codina
publicado originalmente en "Cuarto Intermedio", Cochabamba, Bolivia)
Los teletipos del 16 de noviembre de 1989 con su frialdad metálica, teclearon para el mundo entero la brutal noticia: asesinados en El Salvador seis jesuitas, entre ellos Ignacio Ellacuría, Rector de la Universidad Centroamericana Simón Cañas (UCA). Luego la TV difundió las imágenes de los seis cuerpos, más los de una empleada y su hija de 15 años, tendidos boca abajo en el jardín de su casa, mientras el Arzobispo de San Salvador rezaba,
Todavía bajo el impacto de la noticia, deseo evocar la figura de Ignacio Ellacuría tal como la conocí. Es un recuerdo de homenaje y una memoria subversiva.
El Rey sol
Conocí por vez primera a Ignacio Ellacuría en Innsbruck en 1961. Este Joven jesuita vasco nacionalizado en El Salvador, recién ordenado de sacerdote, concluía aquel año sus estudios de teología en Austria. Allí coincidimos con otros muchos que acudían a la célebre facultad de teología austriaca, donde por aquellos años enseñaban el teólogo Karl Rahner, su hermano Hugo, historiador de la Iglesia, y el liturgista Josef Andreas Jungmann.
Ellacuría descollaba por su fuerte complexión atlética, por su figura típicamente vasca y sobre todo por su gran inteligencia. Su carácter de líder nato ya se manifestaba en aquellos lejanos años. Siempre algo distante y serio, a veces irónico, con su aguda mirada penetraba problemas y personas. Daba la impresión de reciedumbre y seguridad en todos los sentidos. En torno a él se agrupaban compañeros y amigos. Alguien comenzó a llamarle, en broma, El Rey sol, aludiendo a su brillantez y dominio. Para algunos no era una persona simpática ni fácilmente accesible.
Después de Innsbruck, Ignacio hizo el doctorado en Filosofía con Zubiri en Madrid. El viejo maestro, también vasco, halló en Ellacuría mucho más que un discípulo inteligente. Ignacio fue su interlocutor, su cuestionador, su puente de apertura a otros mundos, su heredero filosófico. Ellacuría pasaba largas temporadas en Madrid con Zubiri ayudándole a la publicación de sus obras. Fueron los años de mayor fecundidad de Zubiri y los años más brillantes del Ellacuría filósofo. Sin duda Zubiri proporcionó a Ellacuría categorías filosóficas de realismo social que Rahner no le había podido dar. Más tarde Ellacuría implantará el pensamiento de Zubiri en los estudios de filosofía de la UCA de El Salvador.
Pero Ellacuría renunció a las brillantes oportunidades que se le ofrecian en el mundo académico europeo y regresó al Salvador con los suyos.
Un hombre nuevo
Reencontré a Ellacuría a comienzos de los 70 en Roma, en un curso que convocó el entonces General de la Compañía de Jesús, Pedro Arrupe. Me encontré con otro hombre, No había perdido el vigor ni la profundidad de antes, pero era diferente, como más sensible y tierno. Tras una aparente frialdad intelectual y una postura critica, encerraba una gran pasión por los pobres y una gran indignación por la injusticia reinante en América Latina. Cuando él hablaba, todo adquiria un sentido nuevo, una fuerza especial.
Más tarde comenzaron a aparecer sus publicaciones teológicas en la linea de la liberación. Comenzaron su presencia en congresos y foros Internacionales, sus declaraciones a la prensa y a la televisión. Sus palabras adquirían un tono profético. su voz era de fuego cuando denunciaba la injusticia y la muerte que sufría su pueblo de El Salvador, cuando hablaba del obispo Oscar Arnulfo Romero. Algo habla cambiado en su interior. Como a Monseñor Romero, también a Ellacuría el pueblo le había cambiado el corazón. Su discurso se volvió cálido. vibrante, emocionado. Nadie podía quedarse frío o indiferente ante su mensaje.
Recuerdo la fuerza con que, en un foro de teología en Madrid, rebatió la acusación de que él y otros jesuitas hablan manipulado el pensamiento y la voluntad de Monseñor Romero: la calificó de mentira, de vil calumnia. Ellacuría explicó en numerosas conferencias lo que significaba el asesinato del obispo Romero y lo que habla sido su vida: Un pueblo no aguanta a un profeta más de tres años. Decía medio en broma aludiendo a los tres años de predicación de Jesús y a los tres años de conversión de Romero. A Ellacuría lo aguantaron algo más, pero acabó asesinado como ellos.
Místico Ignaciano
En 1985 hice en Cochabamba un retiro bajo la dirección de Ellacuría. No sé si muchos de los participantes, jóvenes en su mayoría, comprendieron lo que significaba hacer los Ejercicios Espirituales con él.
Allí descubrí otra dimensión de Ellacuría. El brillante profesor y Rector de la UCA se convertía en un fiel expositor de la espiritualidad ignaciana, en un testigo del evangelio. Sus meditaciones y charlas unían la profundidad y el rigor intelectual con la sencillez de lo esencial. Insistía en la dimensión histórica del pecado, del Reino y del seguimiento de Jesús, en la conflictividad de la opción por el Reino y en la Cruz. A veces su mirada brillaba instantáneamente y su voz se quebraba, para retornar en seguida a su tono habitual.
En aquellos días encontré en mi antiguo compañero de Innsbruck a un hombre místico, sobrio en la expresión como Ignacio de Loyola, pero ardiente en sus raíces. Cuando hablaba de El Salvador o de Romero la abstracción cedía a un realismo crudo. Cuando hablaba de Jesús y de su seguimiento, estaba revelando el misterio más profundo que daba sentido a su vida.
El ciudadano Rector
En 1986 fui invitado a dictar unos cursos de teología en la UCA de San Salvador. Conviví cuatro meses en su comunidad con él y con la mayoría de sus compañeros hoy asesinados. Allí descubrí otra dimensión de Ellacuría: el Rector de la UCA, ‘el ciudadano rector’ como le llamaban sus compañeros en broma, era toda una personalidad en el pais.
Rector desde 1979, había convertido a la UCA no sólo en una universidad de gran prestigio intelectual, sino en el centro al que habla que acudir necesariamente para tener información fidedigna sobre El Salvador, Su ideal de universidad era formar profesionales que, imbuidos de la pasión por la Justicia, fuesen capaces de trabaJar realmente por su pueblo y cambiar la sociedad.
Con un horario de trabajo realmente agotador, sólo interrumpido por algún partido. de frontón con sus compañeros hoy asesinados, Ellacuría desde el rectorado dirigia la universidad y estaba presente en todos los acontecimientos del país. Dictaba un día una conferencia en la Cátedra de Realidad Nacional de la UCA sobre la participación del gobierno de El Salvador en el escándalo Irán_ Contras, otro dia almorzaba . con los Cancilleres del Mercado Común Europeo, o era llamado a la Embajada de USA, o recibia a los sindicalistas italianos, o era entrevistado por la TV de Autria, Viajaba a Berlín para un congreso científico, a Madrid para disertar sobre Utopia y Profecía, a Córdoba para tratar de la Liberación en las Religiones Abrahámicas, a California para recibir el Doctorado Honoris Causa. Se reunía con sus colaboradores para estructurar un diccionario sobre conceptos fundamentales de Teología de la Liberación. Dialogaba en TV con el mayor D'Abuisson, de extrema derecha, o se entrevistaba con el comandante Joaquin Villalobos del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), o recibía una llamada de la Fundación Zubiri desde Madrid, Otro día era el Arzobispo Rivera y Damas, sucesor de Romero, quien le pedia que mediase entre el gobierno y la guerrilla, o tenía que intervenir para la liberación de la hija del Presidente Duarte secuestrada por la guerrilla.
Mediador en más de 400 dialogos entre el Gobierno salvadoreño y el FMLN, su presencia y su figura se agigantaban de dia en dia. Dialogante crítico, dialéctico temible, mediador inteligente, político sagaz, teólogo liberador, filósofo zubiriano, académico brillante, organizador pragmático, no perdia su sentido del humor, ni su afición al fútbol (¡al Atlétic de Bilbao!), ni su gusto por los helados.
También sabía encontrar tiempo para sus amistades. Algún fin de semana se escapaba al Pacifico, y allí corría por la playa, se bañaba y, tumbado en una hamaca, escuchaba noticias por radio, pensaba el próximo editorial para la revista de la UCA... y rezaba. El domingo en la tarde regresaba a la comunidad para reincorporarse a su agotador trabajo cotidiano en el rectorado de la UCA.
Teólogo de la liberación
Ignacio Ellacuría ha sido uno de los promotores de la Teología de la Liberación junto a otros teólogos de Perú, Brasil, Uruguay, Chile, Centroamérica, etc. Resumió su método teólogico, con un ingenioso juego de palabras, en estas tres tareas:
_Hacerse cargo de la realidad: conocerla real y vivencialmente, sufriria visceralmente, para asi poder descubrirla intelectuaimente.
_Encargarse de la realidad: asumir la tarea de transformarla, poniendo la inteligencia al servicio de ia praxis.
_Cargar con la realidad: aceptar la responsabilidad ética de la función intelectual y la dureza de esta confrontación.
Vivió él mismo estas etapas de la misión intelectual del teólogo
Se hizo cargo de la realidad de El Salvador con un conocimiento visceral e intelectual, zubiriano. Analizó, a la luz de la sociología y de la política, la situación de su país, de América Latina, del Tercer Mundo, y constató que es algo radicalmente injusto, ya que en esa situación la salvación no se hace realidad histórica, buena noticia, para la mayor parte de la humanidad.
El sistema capitalista, que en el primer mundo presenta su cara risueña de progreso y abundancia, en América Latina se quita la careta y descubre su brutal realidad: un sistema destinado a favorecer a unos pocos, que ofrece a manos llenas bienes de consumo para élites, pero todo a costa de reducir a la pobreza la mayoría de la humanidad y a costa de la destrucción ecológica. Es un sistema no universalizable, que no sirve y que, al igual que el socialismo real comunista _ capitalismo de estado_ no ofrece soluciones válidas para la humanidad.
Ellacuría criticaba duramente esa civilización de la riqueza por su crueldad, materialismo inhumano y vaciedad espiritual. Es necesario no sólo un cambio económico y político _repetía_ sino un nuevo orden histórico internacional.
Esta visión de la realidad, iluminada por la fe cristiana, se convierte en teología y teología profética: la actual situación de pobreza inhumana es pecado, crucifica al pueblo que se convierte en imagen viva del Siervo de Yahvé, sin rostro ni belleza. Este pueblo de Dios crucificado es sacramento de Cristo, su prolongación visible en la historia. Y es en la historia donde se juega la salvación: no sólo existe una historia de la salvación, sino que debe existir una salvación en la historia.
Pero esta denuncia profética va acompañada de un anuncio esperanzador, A la civilización de la riqueza, Ellacuría contrapone dialécticamente, a la luz del evangelio, la civilización del trabajo y de una vida austera y sencilla. Es decir, una humanidad que oriente sus recursos a satisfacer ante todo las necesidades básicas, que en lugar del consumo opte por el compartir, que en vez del disfrute vacio y alienante de la moderna cultura del ocio, viva una cultura comunitaria y festiva.
Frente a la tierra vieja del primer mundo Ellacuría proclamaba la Tierra Nueva de la Utopía cristiana, en la que los pobres sean el sujeto activo, y la Iglesia opte por los pobres y camine con ellos, y así se vaya convirtiendo al Reino de Dios. Esta Iglesia de los pobres, tal y como existe en algunos lugares de América Latina, se convierte en sacramento histórico de liberación: en ella vive el Espíritu de Jesús, es ya el Cielo Nuevo en la tierra.
Ellacuría intenta concretar estos principios genéricos en propuestas y en decisiones concretas y operativas. Juntando la percepción de la Utopia con el realismo profético de la historia. Intenta encargarse de la realidad. Su tarea de Rector de la UCA le ofrece una plataforma óptima para educar a una nueva generación con una visión diferente del trabajo y la sociedad, La Universidad _como él repetía_ no es neutral, ha optado por los pobres y por el cambio de las estructuras.
Con el tiempo acentuó el valor de lo social sobre lo político, No porque lo político no sea importante, sino porque se convenció tanto de la corrupción inherente a la actual política partidista como de la necesidad de una concientización popular social, previa al cambio de estructuras. También se mostró cada día mas critico frente al uso de violencia armada para resolver problemas en América Latina, seguramente al ver la experiencia trágica de diez años de guerra en El Salvador. Por esto siempre tendía a buscar soluciones a través de un diálogo justo y sincero, De lo que siempre fue terriblemente critico fue de la violencia institucional y represiva del Estado, e incluso de la violencia contestataria del primer mundo (al estilo de ETA, Bader Meinhof, etc.),
Ellacuría cree que el capitalismo es irreformable por ser esencialmente anticristiano y, aunque critica también al socialismo real, cree que el socialismo está más cerca de la Utopia del Reino y que puede ser punto de partida para avanzar críticamente. Lamenta que la Iglesia haya intentado, repetidamente y sin éxito, reformar el capitalismo mientras que descartó la tarea, más fácil, de reformar el socialismo. No acepta Ellacuría una tercera vía cristiana, sino que cree que debemos ir buscando entre todos nuevos caminos en la historia y que en primer lugar corresponde a los profesionales responsables el trabajar en este sentido.
Estas lineas de su pensamiento lo convierten en un profeta radical y critico, incómodo para todos. Es critico del gobierno salvadoreño, del primer mundo y de la misma estructura eclesiástica en la medida en que pacta con el poder capitalista. se aleja de los pobres y actúa más por razones diplomáticas que evangélicas. Es critico frente a la conquista española de América latina, que descubrió los verdaderos intereses de la Corona española _la codicia del oro_ y encubrió la rica cultura amerindia y los desastres de la Invasión. Es muy critico frente a la politica de Estados Unidos, que en El Salvador se manifiesta no sólo ambiciosa y sin escrúpulos, sino además incapaz, miope e inepta. Es duro frente a los gobiernos militares y oligárquicos que utilizan la fuerza bruta y los paramilitares para defender sus intereses, sembrando muerte por doquier. También era critico con la guerrilla, a la cual, en sus diálogo frecuentes, hacía ver sus errores y engaños.
Realmente se hizo cargo de la realidad y se encargó de ella. Horas antes de su asesinato formuló su disposición para dialogar nuevamente con el gobierno y la guerrilla. Por todo ello, cargó con sus consecuencias.
Mártir
Desde hacia años, Ellacuría recibía amenazas incluso de muerte. En su domicilio explotaron bombas. Su nombre apareció como cabeza de lista de los condenados a muerte, lo cual le obligó a emigrar a Nicaragua por un año. La prensa y la TV oligárquica atacaban con frecuencia a la UCA y a su Rector. El era consciente del peligro, no quería ser mártir, tenía miedo a la muerte. Se trasladó de casa con otros de la UCA para poder vivir junto al campus universitario y asi estar más seguro.
Últimamente las amenazas arreciaron. Pocos días antes de su asesinato, al retornar de un viaje relámpago a Europa. manifestó su miedo a ser asesinado, pero deseó volver junto a su pueblo. Luego estalló el ataque frontal del FMLN, y la irracional y bestial masacre de los seis jesuitas por un escuadrón armado y uniformado. Sean quienes sean sus ejecutores. los responsables últimos no pueden ser otros que los que asesinaron al obispo Romero: la extrema derecha con la connivencia de los poderes dominantes en el área.
Su muerte, como la de sus compañeros, es martirial, es consecuencia de su opción por los pobres, por una fe que se realiza en la justicia, de su opción por la liberación del evangelio; por la Utopia de una Tierra Nueva y un Cielo Nuevo. Esta opción, en El Salvador y en muchos lugares de América Latina, es conflictiva, como lo fue la de Jesús, la de Romero y la de tantos otros mártires de la historia del pueblo cristiano.
Sin embargo, aquí nos hallamos frente a algo insólito. En los primeros siglos de la Iglesia hubo teólogos mártires: Justino, Ignacio de Antiquía, Cipriano, Ireneo de Lyon y otros, que juntaron la teología y el testimonio de su sangre. Hubo luego teólogos santos (Agustín. Tomás, Buenaventura,...) pero la teología dejó de ser peligrosa, por lo menos para los poderes públicos del Estado. Hoy en día la teología en América Latina vuelve a ser peligrosa porque vuelve a ser profética.
Frente a una teología académica, que en el Primer mundo goza de cierto prestigio profesional y social y que actualmente sólo padece tensiones intraeclesiales, en América Latina la teologia es sospechosa, tanto para algunas instancias eclesiales como para los gobiernos alineados con el Imperio.
Los asesinos de Ellacuría y de sus compañeros quisieron descabezar una linea universitaria y teológica comprometida con el pueblo. Quisieron realizar un escarmiento público, ajusticiar una opción teológica desde otra teologia, desde la llamada civilización cristiana occidental. La muerte de Ellacuría es no sólo teologal sino teológica: teólogo y mártir, mártir por su misma teología profética. Ellacuría ha devuelto a la teología su carácter testimonial de los primeros siglos, la ha purificado de todo carácter mundano y ha dado a esta profesión su ral estatuto: saber dar razón de la esperanza al pueblo con la palabra y con la vida, ser testigos con la vida y con la palabra del Señor muerto y resucitado, anunciar el Reino con todas sus consecuencias.
En sus escritos y su predicación Eilacuria solía decir que Jesús es el Cordero de Dios que no sólo quita el pecado del mundo, sino que carga con el pecado del mundo, hasta la Cruz (Evangelio de Juan 1,29). También el pueblo crucificado carga, como el Siervo de Yahvé, con el pecado del mundo y coopera a la salvación de la humanidad.
La muerte de Ignacio se sitúa en esta misma linea: cargó con el pecado del mundo hasta la muerte y muerte sangrienta, y asi colaboró a la liberación del pecado. Su martirio será, esperamos, liberador para el pueblo salvadoreño, y nos abre pistas nuevas para comprender la función del teólogo en la Iglesia: ser testigo del Señor en la historia y cargar con el pecado del mundo.