America, Argentina
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    Escuchar el clamor de la tierra como el clamor de los pobres

     

     

    «Así son los ricos: por haberse apoderado primero de lo que es de todos, se lo apropian a título de poseedores. Si cada uno tomara lo que cubre su necesidad, y se limitaran a dejar lo demás para quienes lo necesiten, nadie sería rico, nadie pobre» (San Basilio [330-379], homilía sobre la parábola del rico insensato)

    A lo largo de diferentes momentos de nuestra historia reciente, en momentos que nos parecían importantes pronunciar una palabra tratamos de hacer nuestra la voz y el clamor de los pobres. No somos sus delegados, pero sabemos que nuestro corazón pastoral trata de latir al ritmo de sus fiestas y duelos, gozos y esperanzas, angustias y tristezas.

    Estamos por celebrar un nuevo aniversario de la decisión de vivir como un pueblo libre, justo y soberano, en medio de un clima de desazón y desconcierto. Un clima que puede ser peligroso. Tenemos claro que hay opciones que solo serían de destrucción o de suicidio colectivo. Uno, que pretende ser candidato el año próximo, ya hizo públicas sus propuestas de reformas laboral y previsional. Pero no vemos menos desconcierto en el gobierno.

    Repetimos lo dicho en nuestro mensaje al concluir nuestro reciente encuentro nacional, nuestra opción no es por tal o cual partido o candidato o candidata, es por las y los pobres. Y creemos que, mientras algunos parece que solo se miran a sí mismos o miran con pocas o contadas aspiraciones las próximas elecciones presidenciales, el pueblo, los pobres del pueblo, no sabe cómo hacer para que llegue la comida a su mesa. Muchos recurren a comedores, llevan sus hijos a comer a las escuelas, recurren a Cáritas u otras instituciones, pero el trabajo digno, con un salario también digno es cada vez más una utopía. Creemos que el gobierno se ha olvidado de los pobres, que las políticas, dictadas desde el exterior (políticas económicas, pero también de relaciones internacionales, de infraestructura, sociales y hasta educativas), no dan respuestas y alientan el desánimo.

    No nos interesa el 2023, nos interesan los pobres, lo repetimos, y los pobres no figuran ni en las políticas oficiales, ni en los sindicatos o movimientos sociales y – menos todavía – en la oposición.

    Respetuosamente pedimos al gobierno un urgente cambio de rumbo (que, probablemente, implique cambios de nombres), y la firme decisión de enfrentar con firmeza a los responsables del hambre y la injusticia. Las enormes ganancias de los que se enriquecen con la crisis y el hambre y el temor al reclamo de socialización de las riquezas no es lo que se votó cuando dijimos ¡basta! al neoliberalismo. No hacemos sino responder al presidente que pidió que lo ayudemos a corregir las cosas que están mal. No hay injusticia sin injustos, no hay pobreza sin ricos que acumulan (al menos en nuestro país), no hay mentiras sin mentirosos, ni odio sin odiadores. Estamos convencidos que los pobres de la patria sabrán agradecer y acompañar nuevos rumbos que los tengan en cuenta. Y con ellos estaremos caminando y cantando.

    Grupo de Curas en Opción por los pobres

    24 de mayo de 2022
    (7º aniversario de la encíclica del Papa Francisco, Laudato Si
    y vísperas de un nuevo aniversario del Primer Gobierno Patrio)

     

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    Navidad: retomar sueños y utopías  

     

    “Para ustedes brillará el sol de justicia que trae la salud en sus rayos”
    Malaquías 4,2

    Celebramos una nueva Navidad. Jesús nace pobre y entre los pobres. Y la encarnación del Hijo de Dios logra que la historia esté preñada de un futuro mejor. Toda la profecía de Israel apuntará a la victoria de la luz sobre las tinieblas. La humanidad tiene promesa de plenitud en Dios.

    Ciertamente cada Navidad hace renacer en nosotros y nosotras toda esperanza. El Dios que nos revela Jesús es un Dios que siempre está naciendo, que siempre hace posible la novedad, que siempre nos propone retomar los sueños y las utopías.

    La Fiesta de la Democracia y los Derechos Humanos del pasado 10 de diciembre sirvió para esto, precisamente: retomar sueños y utopías. Y nos recordó aquello que Alberto Fernández nos dijera al pueblo hace dos años, el mismo día en que asumía como Presidente de la Nación:

    “…quiero también convocarlos a que si alguna vez sienten que me desvío en el compromiso que hoy asumo salgan a la calle a recordarme lo que estoy haciendo. Les prometo que volveré a la senda sin dudar un solo instante…”

    Recorriendo las palabras del presidente nos sensibiliza la prioridad expresada hacia los marginados y excluidos; y el pago de la deuda externa supeditado al crecimiento del país; así como también el anhelo de la regularización del hábitat y la construcción de viviendas, entre otros temas. Ese discurso nos llenó de sanas expectativas. No es nuestra intención situarnos como fiscales del gobierno nacional, pero sí retomar un tema urgente tan cerca de la Navidad. Necesitamos volver a creer en este “Nunca Más” que propuso el presidente.

    Dijo Alberto ese día:

     “…Hemos visto el deterioro judicial, en los últimos años; hemos visto persecuciones indebidas y detenciones arbitrarias inducidas por quienes gobiernan y silenciadas por cierta complacencia mediática… Nunca Más a una justicia contaminada por servicios de inteligencia, “operadores judiciales”, por procedimientos oscuros y linchamientos mediáticos. Nunca más a una justicia que decide y persigue, según los vientos políticos del poder de turno. Nunca más a una justicia, que es utilizada para saldar discusiones políticas, ni a una política, que judicializa los disensos para eliminar al adversario de turno… porque una justicia demorada y manipulada significa una democracia acosada y denegada.”

    La Corte Suprema de Justicia, con tan sólo cuatro miembros (dos de ellos puestos originalmente a dedo por Macri y, además, autovotados para presidirla)  y sólo constituida por varones, no da garantías de imparcialidad alguna ni la posibilidad de hacer verdadera justicia en temas muy sensibles para la sociedad.

    Milagro Sala sigue siendo una presa política. Y el sistema judicial no termina de dar señales de la necesaria independencia de poderes. La justicia sigue siendo “demorada y manipulada”, “utilizada para saldar discusiones políticas”. Lejos quedamos los comunes mortales de poder desentrañar por qué se demora esta justicia que espera Milagro y tantos y tantas hermanos y hermanas.

    Soñamos esa justicia que esperan, en primer lugar, nuestros hermanos y hermanas más pobres. Sí, “que se abran esas prisiones injustas”, como proclamaba el Profeta Isaías (58,6).

    Pero también hay otros temas que nos surgen, cercana ya la Navidad. Contemplamos el pesebre en el que Jesús nace, indefenso y sin un techo seguro.  Es urgente que diputados y senadores sesionen y avancen ya con algunas leyes fundamentales, en un país donde sobra la tierra, pero está distribuida de modo injusto y desigual: y como se hizo con la Ley Nacional sobre Personas en situación de calle y familias sin techo, se aprueben también la Ley de Acceso a la Tierra, la ley de humedales, la ley de envases,  la prórroga de la Ley de Emergencia Territorial Indígena 26.160 y la Ley de Tierra, Techo y Trabajo, entre otras urgentes.

    En esta línea, también repudiamos todo avasallamiento contra las comunidades de pueblos indígenas y sus derechos. Las muertes mapuches en el sur de nuestra patria ensombrecen la celebración del Dios que busca nacer en medio nuestro.

    No será feliz nuestra Navidad con presos y presas políticas, ni con hermanos y hermanas indígenas atropellados y atropelladas en sus derechos, ni con hermanos y hermanas en situación de calle, sin tierra, ni techo, ni comida, ni trabajo; ni con un país cuyo futuro esté condenado a muerte por la avaricia de empresarios que no miran otra cosa que su renta o por la exigencia de pagar la deuda con el FMI (una deuda fraudulenta que debería ser pagada con el patrimonio de quienes la contrajeron de manera inconsulta con el pueblo). No será feliz la Navidad con multimedios de comunicación que, mientras reciben suculenta pauta publicitaria oficial, se encargan de demoler todo signo de esperanza. No será feliz la Navidad si un minúsculo grupo de los más ricos de la patria persisten en negarse a aportar una ínfima parte de sus bienes para aliviar apenas un poco los dolores de tantas y tantos. No será feliz la Navidad mientras sigamos velando a víctimas de “gatillo fácil” o de femicidio en nuestros barrios. No será feliz la navidad sin una urgente y necesaria reforma del poder judicial, tan lento hoy para juzgar a los poderosos y tan veloz en condenar a los y las pobres (los abundantes ejemplos de esto lastiman los ojos y hieren la paz interior).

    En el Misterio de Jesús, “Sol que nace de lo Alto” (Lucas 1,78), trabajemos para disipar la tiniebla de toda infelicidad. Queremos anunciar a todo nuestro pueblo una Buena Noticia, esa que viene con Jesús, pero no ignoramos que hay circunstancias y personas que no hacen sino obstaculizar o impedir este anuncio. A estos los queremos llamar a la conversión, o a someterse a un poder judicial independiente que añoramos; y a los y las pobres de la patria repetirles con Jesús que él vino para que haya “vida y vida abundante” (Juan 10,10) y que queremos caminar con ellos en la búsqueda de esa vida, de justicia y de paz, para todas y todos.

     

    Grupo de Curas en Opción por los Pobres
    Diciembre 2021

     

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Mensaje a nuestro pueblo

al concluir el 20° encuentro anual de los curas en la Opción por los Pobres


Como curas en la opción por los pobres, nos hemos reunido en nuestro 20° encuentro anual. Hemos compartido nuestras experiencias, alegrías y dolores. Hemos mirado nuestra vida, y el caminar "andando nomás" junto al pueblo sufrido y sufriente del que somos parte y hermanos. Hemos mirado también los dolores cotidianos de las multitudes de hermanas y hermanos de nuestros pueblos, barrios, y comunidades. Sabemos y vivimos a diario sus lágrimas y sus causas, y conocemos los dolores, tantas veces silenciados por la publicidad oficial, por las prebendas o el clientelismo, el punterismo o la explotación. Sabemos que esas causas muchas veces tienen nombre y apellido, tienen residencia local o extranjera, y tienen bendición de autoridades o instituciones.

+ no aceptamos ni creemos en las razones económicas y fundamentalistas que siguen sumiendo al mundo en la inseguridad cotidiana de la guerra, que siempre es fratricida, y siempre provoca víctimas entre los pobres y los más débiles: en Irak, en Afganistán, en el Líbano y en el desangrado continente africano; creemos que la paz con justicia y el respeto por la dignidad de los pueblos es un camino arduo y genuino de solidaridad universal;

+ no aceptamos ni creemos en la sistemática presión patoteril de los "dueños del mundo" que amenazan países, engendran leyes, provocan acuerdos desiguales, y violan la paz; creemos que si una voz debe escucharse doblemente como clamor que sube al cielo, es la voz de las víctimas, los explotados y nos amenazados;

+ no aceptamos ni creemos en aquellas voces internas que sólo miran su propio interés sin mirar el bien común, y el bienestar de los más pobres: envenenando suelos con cianuro, arsénico o pesticidas, contaminando ríos, apropiándose de tierras usurpadas a los legítimos dueños originarios, o monopolizando el agua y la biodiversidad, que son propiedad de todo el pueblo; creemos que el bien común, y especialmente el bien de los pobres debe ser el motor que mueva la sociedad y garantice un futuro y una tierra para todos;

+ no aceptamos ni creemos en el "imperialismo internacional (y nacional) del dinero", y la prosecución del único criterio idolátrico del lucro a cualquier costo; creemos que la fraternidad es un bien muy superior, y que es auténtica garantía de paz y dignidad;

+ no aceptamos ni creemos en la manipulación de la política para provecho personal, para acaparar más y más poder, o para encarar una oposición sistemática, y no para buscar exclusivamente el bien del pueblo; creemos que la voz de los pobres -que no es la palabra de las encuestas- y la  respuesta a sus clamores, debe ser el punto de partida de toda palabra y acción política;

+ no aceptamos ni queremos la reaparición de sectores defensores del genocidio y la dictadura, aunque lo hagan con una constitución en la mano; creemos que la memoria es base sólida para nuestro presente y para gestar nuestro futuro con plena vigencia del respeto a los derechos humanos;

+ no aceptamos ni creemos en los reclamos de "mano dura" en nombre de la seguridad, que ignoren la inseguridad de la desocupación, del desamparo de la salud, de la impunidad de la droga, de la crueldad del "gatillo fácil"; la violencia de las nuevas desapariciones y los crímenes impunes; y los reclamos que no juzguen con la misma mirada cuando las víctimas son los chicos pobres de nuestros barrios o pueblos; creemos que la paz es fruto de la justicia, y por tanto, la búsqueda empecinada por una verdadera justicia social e igualdad estarán en el origen de la verdadera seguridad y la paz;

+ no aceptamos ni queremos la injusta y creciente distribución de la riqueza, en la que -aunque nominalmente disminuya la desocupación- el salario no alcanza para cubrir las mínimas necesidades básicas, y donde "hay ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres"; creemos que donde hay una necesidad hay un derecho, y la justa distribución de la riqueza es el paso primero para que nazca la verdadera justicia social;

+ no aceptamos ni creemos en la idolatría de la propiedad privada, y reafirmamos que esta no es un derecho absoluto ya que creemos que "sobre toda propiedad privada grava una hipoteca social";

+ no aceptamos ni queremos la sistemática cooptación de las más legítimas luchas y reclamos, en los barrios, organismos y sindicatos, pretendiendo que no es genuino cualquier reclamo que no sea gestado por el ejercicio casi monopólico del poder; y creemos que el disenso, la tolerancia y el verdadero diálogo son las bases fundamentales para crecer como país en respeto y fraternidad.

Sabemos que la lucha por la vida es difícil porque son muchos los ministros de la muerte, pero sabemos que las huellas de los mártires de ayer y de hoy nos señalan un camino seguro de fidelidad y testimonio. La imprescindible memoria de tantas y tantos que dieron su vida por Jesús y por el pueblo son auténticos mojones en el camino. No olvidamos a laicos, catequistas, religiosos, pastores, curas y obispos que dieron su vida, que fueron matados para que desapareciera su testimonio. A los 30 años de sus martirios, no podemos ni queremos olvidar la "memoria subversiva" de Enrique Angelelli, de Ponce de León, de Carlos  y Gabriel, de Léonie y Alice, de Wenceslao Pedernera y Mónica Mignone, de Mauricio López y Elizabeth Käsemann, entre otros; ellos son testigos que hoy nos guían, una huella que desde hace 30 años nos señalan caminos. Pretendemos ver en ellos una voz de Dios que guía a su Iglesia, y a nosotros curas, por un camino que queremos reconfirmar de estar entre los pobres y ser "Iglesia de los pobres". Al reunirnos en nuestro 20° encuentro nacional de curas, queremos repetir con tantos y tantas que "otro mundo donde quepan muchos mundos es posible", "otra Iglesia es posible" y otra vida para todos, es posible. Y necesaria.

Florencio Varela, 24 de agosto de 2006

 

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